Enjuagues antisépticos crónicos: riesgos para la salud oral y general

Efectos adversos del uso crónico de enjuagues antisépticos sobre la microbiota de la boca y la salud general


¿Crees que los enjuagues antisépticos son siempre seguros? Usarlos todos los días, durante mucho tiempo, puede tener efectos adversos no solo en tu boca… ¡sino también en tu salud general! Lo más preocupante es que incluso algunos profesionales no siempre están al tanto de lo último sobre la microbiota y de cómo los colutorios pueden alterarla. Por eso, si tu dentista te los recomienda de forma crónica, pídele que te explique bien cuáles son los posibles riesgos y, si su respuesta no te resulta satisfactoria, busca una segunda opinión.

Estos productos están indicados para situaciones específicas y de manera temporal, ya que su función principal es controlar infecciones agudas. Son especialmente eficaces en casos como infecciones asociadas a la erupción de dientes, ayudando a reducir la carga bacteriana y a aliviar la inflamación.

También se emplean como tratamiento complementario en procedimientos de cirugía oral, contribuyendo a minimizar el riesgo de infecciones postoperatorias y favoreciendo una mejor cicatrización. Cuando se utilizan en los casos indicados y durante el tiempo mínimo recomendado, los enjuagues antisépticos son medicamentos útiles y seguros.

Este artículo analiza los efectos adversos del uso prolongado de enjuagues bucales antisépticos sin una indicación clínica específica. 


Colutorios y ecosistemas: ¿el costo oculto?

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Señal de advertencia 
de peligro.

Para iniciar este artículo, considero imprescindible hacerlo con la siguiente reflexión:

Los enjuagues bucales prometen salud, frescura y protección contra bacterias, pero cada buchada vertida en el lavabo se convierte en un flujo de compuestos químicos —como clorhexidina, triclosán, alcoholes y microdosis de fluoruro— que viajan a través del sistema de aguas residuales. Aunque las plantas de tratamiento logran retener parte de ellos, muchos persisten y alcanzan ríos, mares y acuíferos. Allí, incluso en concentraciones bajas, pueden alterar procesos biológicos: modifican el crecimiento de algas, afectan la reproducción de peces y reducen la diversidad de microorganismos esenciales para el equilibrio de los ecosistemas acuáticos. Lo que parecía un simple acto de higiene personal se transforma, sin que lo percibamos, en una fuente de contaminación difusa. Integrar el cuidado del cuerpo con el cuidado del ambiente no es solo un ideal, sino una necesidad urgente si queremos preservar la resiliencia de los sistemas naturales que sostienen la vida en este planeta compartido del que todos somos responsables.

Sangrado de encías : más que un problema de higiene, es una señal de alerta que no se resuelve con enjuagues antisépticos


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Enjuagues antisépticos: 
usar, sí; abusar, no

Ese sangrado de encías podría no ser solo culpa de un cepillado descuidado: quizá sea la primera señal de una enfermedad sistémica aún no diagnosticada. ¿Una deficiencia vitamínica? ¿Leucemia? ¿O algún otro mal que se anuncia con sangre silenciosa como es la hipertensión arterial? Incluso podría ser efecto de ciertos fármacos, Y, aun así, lo disfrazamos con un colutorio de diseño y seguimos adelante, convencidos de que frescura es sinónimo de salud. Porque, claro, ¿quién necesita un diagnóstico cuando el marketing ya ha embotellado la respuesta?

A menudo se utilizan con la intención de controlar o prevenir el sangrado gingival y la periodontitis subyacente, pero esto puede resultar contraproducente. Cuando hay periodontitis, lo correcto es tratar la enfermedad de manera adecuada, no enmascarar los síntomas mientras se pierde tejido de soporte, ya que el daño al periodonto puede volverse irreversible.

En resumen si tus encías sangran, si hay dolor persistente o cambios en tu boca, no escondas la causa tras un velo químico: acude a un dentista. El verdadero “aliento fresco” no viene de un frasco con promesas de laboratorio: comienza con salud real, tangible y protegida.

Los enjuagues bucales a lo largo de la historia

Los enjuagues bucales llevan uno dos mil años haciendo su magia líquida. En el 2700 a. C., los chinos ya usaban agua salada para calmar las encías rebeldes, mientras griegos, egipcios y romanos tomaban nota como si fuera el último truco de limpieza viral. Hipócrates, el padre de la medicina (450 a. C.), recomendaba una pócima de sal, vinagre y alumbre. 
<img src="Bebe_haciendo_pis.jpg" width="145" height="198" border="0" alt="Recreación histórica de la recolección de orina para higiene oral en la antigüedad." />
Contribuyendo con
el negocio familiar.

A lo largo de la historia, la gente ha experimentado con todo: sangre de tortuga, bayas, hojas de menta, vinagre, alcohol… y probablemente alguna receta que nunca querrías probar. Fue el dentista Miller,  con sus superpoderes de microbiología, quien inventó los enjuagues antimicrobianos con compuestos fenólicos, marcando el inicio de la era química del lavado de boca. Además, fue él quien conectó la caries con los ácidos de ciertos microbios

El fundamento químico es utilizar un liquido para transportar agentes químicos. Ya en 2700 a.C., en China, se empleaban enjuagues de agua salada para tratar afecciones gingivales. Además, se han encontrado referencias en la literatura griega, egipcia y romana sobre el uso de agua salada para fines similares.

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¡Oportunidad! Orina 
para colutorios… ¡
Se sabe que los romanos utilizaban orina como enjuague bucal, preferiblemente recolectada de bebés —porque, al parecer, hasta en eso eran selectivos. La práctica alcanzó tal popularidad que el emperador Nerón, siempre atento a nuevas fuentes de ingresos, decidió imponer impuestos sobre su comercio. Si aquella costumbre hubiera sobrevivido hasta hoy, no cabe duda de que el gobierno español ya habría inventado un “impuesto al pis dental”, porque donde huele a recaudación, siempre tienen buen olfato. 

En su momento, se creía que el amoníaco de la orina servía para desinfectar la boca y blanquear los dientes, y lo cierto es que este pintoresco enjuague casero se utilizó hasta bien entrado el siglo XVIII. Todo un recordatorio de que, en materia de higiene bucal, la humanidad ha ensayado remedios que van desde lo ingenioso hasta lo francamente asqueroso.

La microbiota de la boca. La gran víctima del uso crónico de enjuagues antisépticos

La microbiota incluye diversos microorganismos, como bacterias, virus y hongos. Dado que su composición varía según la ubicación dentro del cuerpo de cada persona, es fundamental especificar siempre el lugar del que proviene la microbiota al referirse a ella.

Actualmente, se sabe que la microbiota oral humana está compuesta por aproximadamente 770 especies de microorganismos. Estos se distribuyen en distintos hábitats dentro de la cavidad bucal, dependiendo de factores como la concentración de oxígeno, la disponibilidad de nutrientes, la temperatura y las características anatómicas. Además, se ha identificado la colonización bacteriana en células de la mucosa oral, lo que demuestra la complejidad de este ecosistema esencial para la salud. 

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Anton van Leeuwenhoek
La microbiota oral fue el primer ecosistema microbiano reconocido. Anton van Leeuwenhoek, considerado el padre de la microbiología, la describió en 1863 al observar bacterias en su propio sarro dental con un microscopio que él mismo había construido. Sorprendido por su hallazgo, llamó a estos microorganismos animálculos y, en un experimento rudimentario, intentó eliminarlos bebiendo té muy caliente, comprobando así que el calor los mataba.

[La imagen que muestro de Anton van Leeuwenhoek es una reproducción grabada basada en un retrato original realizado por el pintor holandés Jan Verkolje en la década de 1670. Este retrato se conserva en el Rijksmuseum de Ámsterdam, Países Bajos.]

Pero en la boca no sólo hay bacterias, sino otros habitantes del micro mundo biológico, como son las arqueas, hongos como la Candida y otros géneros. Entre los más de 75 descritos están los Cladosporium, Aureobasidium, Aspergillus y Malassezia. En realidad, es difícil saber si algunos de estos hongos realmente forman una parte constitucional de la microbiota oral o si se han localizado en ella como sujetos pasajeros procedentes del ambiente. En cualquier caso, los hongos establecen relaciones complejas con las bacterias de la boca. 

En cuanto a los virus, el viroma oral puede suponer 300-2000 genotipos virales distintos en un único individuo. Algunos de los virus que se encuentran en la boca, en general se relacionan con patologías. Sin embargo, muchos de los virus de la boca de un individuo sano son bacteriófagos, virus que sólo infectan a las bacterias. La composición viral de la microbiota oral es variable, predominando podovirus, siphovirus, myovirus y microvirus, junto con una gran cantidad de fagos aún no identificados. 

En el caso de los protozoos, su presencia es más bien escasa y, en la mayoría de la literatura, suelen pasarse por alto. No obstante, en la boca de individuos sanos se han detectado especies como Entamoeba gingivalis y Trichomonas tenax.

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Idealización  de los microorganismos  de
la microbiota oral.
En pocas palabras, la microbiota oral es un pequeño pero complejo universo de microorganismos que vive en nuestra boca. Mantener su equilibrio no solo es importante para tener dientes y encías sanos, sino que también influye en nuestra salud en general, como veremos más adelante. La mayoría de estos microbios son aliados: nos ayudan y, a cambio, encuentran un lugar donde vivir. Por ejemplo, evitan que bacterias dañinas se adhieran a nuestras mucosas, protegiéndonos de infecciones.

Dicho de otra manera, cuidar nuestra salud significa también cuidar este ecosistema. Para ello, conviene no alterarlo con hábitos como el uso excesivo de enjuagues antisépticos. Cuando la microbiota oral se mantiene estable, no solo previene problemas dentales y de encías, sino que también contribuye al bienestar general del cuerpo, un tema que exploraremos más adelante.

Enjuagues bucales: todo lo que necesitas saber antes de usarlos

Los enjuagues orales son una forma eficaz de aplicar productos químicos activos a toda la superficie bucal. Son populares debido a su facilidad de uso, capacidad para reducir la biopelícula y su efecto refrescante en el aliento. Es importante diferenciar entre el uso de enjuagues sistemáticos con antisépticos como parte de la higiene oral diaria y aquellos recomendados puntualmente para tratar afecciones infecciosas orales o como complemento en cirugías bucales.
<img src="Granada_alegoria.gif" width="270" height="190" border="0" alt="Ilustración alegórica de una explosión que simboliza el impacto de los antisépticos orales en la microbiota, eliminando componentes esenciales para la salud oral." />
Los antisépticos orales son
bombas que matan a todos
los microorganismos.

Los antisépticos orales son, en realidad, pequeñas armas de destrucción masiva: barren la boca sin piedad, sin importar si el objetivo es un aliado amigable o un enemigo microscópico. Son como granadas químicas con piloto automático, cuyos componentes activos se confabulan para arrasar con toda la microbiota como si fueran tropas en un escenario de guerra.

Y si hablamos de nombres, encontré en un supermercado de Sevilla un enjuague llamado —agárrense— “Explosive Action”. ¡Ah, claro! Un toque de inglés para darle glamour internacional y, de paso, resumir a la perfección lo que hace: literalmente dinamitar tu ecosistema oral con entusiasmo publicitario. Otros empiezan su nombre con las letras “Parodon…”, para asociar la marca comercial con las periodontitis, como si su uso diario las previniera o curara milagrosamente. Sería ideal que, al usarlo, una IA advirtiera y sonara una alarma mientras parpadean luces rojas de advertencia. ¡Válgame Dios!

Los enjuagues orales suelen utilizarse como complemento del cepillado dental, ya que este no logra eliminar por completo la biopelícula en las zonas interproximales. No obstante, la combinación de irrigadores orales, cepillos interproximales y una técnica de cepillado adecuada puede reducir eficazmente dicha biopelícula sin necesidad de recurrir a enjuagues antisépticos.

Fíjense que no menciono a otro mito de la odontología: el hilo dental. Aquí les cuento por qué: Seda o hilo dental, fin de un mito (ir al artículo).

Ningún antiséptico oral distingue entre bacterias amigas y enemigas dentro de la biopelícula. Aunque los enjuagues logran llegar a rincones difíciles, apenas penetran en el surco gingival. Arrasan con la biopelícula, sí, pero también se cargan a los microbios buenos, dejando campo libre para que las bacterias problemáticas se tomen la boca como si fuera su territorio conquistado. Este desequilibrio provoca disbiosis y compromete la salud oral.

Contrario a la creencia popular, eliminar “el 99,9 % de los gérmenes” no previene la caries. La verdadera defensa está en la eliminación mecánica de la biopelícula con un cepillado eficaz, no en dinamitar todo indiscriminadamente. Así que, más que buscar un “superpoder” líquido, conviene confiar en el cepillo y la constancia.

La microbiota oral juega un papel clave en la protección y reparación natural del esmalte dental. Mantener su equilibrio es fundamental: eliminar bacterias indiscriminadamente—buenas y malas—puede alterar este equilibrio, provocar disbiosis y facilitar la aparición de caries.

La saliva también es protagonista en esta historia: no solo ayuda a mantener la microbiota organizada, sino que además deposita minerales esenciales para fortalecer el esmalte y transporta inmunoglobulinas que combaten infecciones. El uso excesivo de enjuagues orales puede reducir la saliva y, con ello, afectar estos procesos naturales de defensa y reparación de la boca.

Principales enjuagues bucales comercializados

Para comprender cómo el uso sistemático de antisépticos orales afecta a la microbiota oral, conviene hacer una breve referencia a dos conceptos clave que suelen destacarse en su comercialización como prueba de eficacia antimicrobiana: la sustantividad y la biodisponibilidad en la cavidad oral.

La sustantividad se refiere a la capacidad de un agente químico para mantener su efecto antibacteriano en el tiempo, liberándose de forma gradual y prolongada, con una actividad antimicrobiana persistente y eficaz. (El mismo principio que utilizan los venenos residuales en los insecticidas para cucarachas).

Uno de los compuestos más estudiados es la clorhexidina (CHX), que presenta una permanencia de hasta 12 horas. Con dos enjuagues diarios, es suficiente para que —como se dice en Cuba, mi país de origen— “no quede ni títere con cabeza”. La sustantividad de un agente anti-biopelícula y su permanencia en la cavidad oral dependen de factores como la tasa de disociación del principio activo en los sitios receptores, la composición de la saliva y su velocidad de flujo.

En el vasto universo de los enjuagues orales abundan los depredadores de la microbiota, lo que hace inviable analizarlos todos en el marco de un artículo breve. Por ello, nos centraremos en los dos compuestos aprobados por la FDA, que además son los que los estudios comparativos señalan como los más eficaces en el control de las biopelículas orales.

Enjuagues bucales que contienen clorhexidina como agente principal

La clorhexidina (CHX) es el líder indiscutible entre los antisépticos bucales. Es el agente químico más estudiado, y utilizado en el campo de la higiene bucal. La clorhexidina es activa frente a una amplia gama de organismos, incluidos bacterias grampositivas y gramnegativas, anaerobios facultativos, aerobios, levaduras y algunos virus lipofílicos. 

La CHX tiene una sustantividad de entre 8 y 12 horas, lo que le permite permanecer más tiempo en la boca que otros enjuagues bucales. Fue empleada por primera vez hace más de 50 años y, hoy en día, sigue siendo uno de los antisépticos orales más utilizados. Se recomienda realizar el enjuague al menos 30 minutos antes de cepillarse los dientes, ya que el lauril sulfato de sodio, un componente espumante presente en las pastas dentales, puede disminuir la eficacia de la clorhexidina.

<img src="Tinción_por_Clorhexidina.gif" width="270" height="190" border="0" alt="Pigmentación dental inducida por el uso prolongado de clorhexidina, con posibles implicaciones para la salud oral y sistémica." />
Coloración amarillenta por el uso crónico
de enjuagues de clorhexidina al 0,2 %.

Los efectos secundarios reportados incluyen manchas dentales, mal sabor, alteraciones del gusto, ocasionalmente erosión de la mucosa y, en raras ocasiones, agrandamiento de la glándula parótida. Para reducir las pigmentaciones, se modifican las formulaciones añadiendo agentes químicos (ADS). Cuando se prescribe, se recomienda que los pacientes se enjuaguen dos veces al día durante 30 segundos con 15 ml de la solución. En los EE.UU se necesita la receta médica para obtenerla (ver el estudio).

La FDA ha informado que la clorhexidina gluconato, puede causar reacciones alérgicas raras pero graves, como anafilaxia, dificultad para respirar, hinchazón facial, urticaria y shock. Estas reacciones pueden ocurrir en minutos tras la exposición. Por ello, la FDA ha solicitado a los fabricantes que incluyan advertencias en las etiquetas de estos productos a continuación les dejo los enlaces:  U.S. Food and Drug AdministrationEn los EE.UU se necesita la receta médica para obtenerla. MDEd

Aceites esenciales (Listerine)

<img    src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7xeZaQ39n1x9CW9JLYc4f3f8oLehowEteWBEdP9exgiDDX5K7WT2mzIgTjkYYZ2PUC1thWQsnQAIrbPg-qv09tw6cZNkGkIHSbLynQu4uksRSNqNyoQN0fi3LpvPZjtq-Dc5JkI-TZnsdT09vy6F9zaZHIWvo_oQKSXaRlJtllmeNHF2rLOQz380byQsV/s320/J.%20Miller-Listerine.png"    alt="Retrato de Joseph Miller, investigador en el desarrollo de enjuagues bucales"    title="Joseph Miller, investigador en enjuagues bucales"    width="320"    height="auto"    loading="lazy">
El frasco de Listerine y su creador.
El Dr. Joseph Lawrence, químico y médico estadounidense nacido en 1836 y fallecido en 1909, fue el creador de Listerine. En 1879, desarrolló una fórmula antiséptica que posteriormente se comercializó como enjuague bucal. El nombre “Listerine” fue elegido en honor a Sir Joseph Lister, pionero de la cirugía antiséptica.

Después de la clorhexidina, los aceites esenciales (AE) son los productos más tradicionales y utilizados. Numerosos estudios han comprobado su efectividad para reducir la biopelícula. La formulación de estos aceites incluye una combinación de timol (0,064%), eucaliptol (0,092%), salicilato de metilo (0,060%) y mentol (0,042%) en un vehículo alcohólico al 22%. Los mecanismos antimicrobianos de los AE son complejos debido a los diversos agentes químicos que los componen. 

A altas concentraciones, los aceites esenciales pueden interrumpir la pared celular y precipitar proteínas celulares. En concentraciones más bajas, inhiben enzimas esenciales. Además, se ha sugerido que su acción antiinflamatoria se debe a su actividad antioxidante. Aunque en menor medida que la clorhexidina, el uso prolongado de los aceites esenciales también puede provocar manchas dentales. Algunos pacientes informan una sensación transitoria de hormigueo. La recomendación de uso es dos veces al día, durante 30 segundos con 20 ml, después de cepillarse los dientes.

Uso crónico de enjuagues antisépticos: ¿amenaza para tu salud más allá de la boca?

En los párrafos anteriores hemos discutido los efectos de los antisépticos sobre la microbiota oral, pero este tema va más allá del microambiente bucal, ya que involucra todo el microbioma humano, que funciona como un sistema interconectado y no como un elemento aislado.

<img src="microbiome_preview_350px.gif" width="350" height="364" border="0" alt="Visualización del NIH Human Microbiome Project, un estudio científico sobre la diversidad y función del microbioma humano en la salud y la enfermedad." />
The NIH Human Microbiome  Project.

El microbioma humano ha adquirido tal relevancia que el National Institutes of Health (NIH), uno de los centros de investigación más grandes y prestigiosos del mundo, fundado en 1887, está llevando a cabo el proyecto del microbioma humano (The NIH Human Microbiome Project, HMP). Su objetivo es aprovechar las nuevas tecnologías para caracterizar el microbioma y estudiar las asociaciones entre sus alteraciones y la salud o enfermedad.

El propósito final del HMP es demostrar que es posible mejorar la salud humana mediante el control o la manipulación del microbioma.

El gráfico de la izquierda, tomado del HMP, ilustra la magnitud del microbioma humano.

A continuación, presentaremos los resultados de investigaciones realizadas por destacados grupos científicos, publicadas en revistas prestigiosas, que analizan no solo los efectos orales de los enjuagues bucales, sino sus impactos más allá de la cavidad oral, en el microbioma humano y su relación con diversas enfermedades.

Un estudio reciente publicado en ScienceDirect por investigadores de la Universidad de Harvard revela que el uso diario de enjuagues antibacterianos afecta también a otros microorganismos beneficiosos para la salud, lo que puede aumentar el riesgo de obesidad y diabetes. Tras estudiar a más de 1.200 personas que usaban enjuagues antibacterianos dos veces al día, se encontró que presentaban un 55% más de riesgo de desarrollar prediabetes o diabetes tipo 2 en un período de tres años (ver estudio).

Un completo estudio (publicado en PubMed, 2017) analizó a 1.206 personas con sobrepeso, entre 40 y 65 años, quienes ya tenían un riesgo elevado de diabetes. Durante el estudio, un 17% desarrolló prediabetes o diabetes, cifra que aumentó al 20% en quienes usaban enjuague bucal una vez al día y al 30% en quienes lo utilizaban dos veces al día. El profesor Joshipura sugirió que las bacterias protectoras de la salud bucodental podrían reducir el riesgo de diabetes y obesidad, y que algunas de ellas producen óxido nítrico, que regula los niveles de insulina y metabolismo, ayudando a controlar los niveles de azúcar en sangre (ver estudio).

Otro estudio de este mismo grupo de investigación (Blood Press, 2020) concluyó que el uso frecuente de enjuagues bucales está relacionado con un mayor riesgo de hipertensión, independientemente de los principales factores de riesgo asociados con la enfermedad (ver estudio).

<img    src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGcxiNKq0T37ohqMaXwuKhyphenhyphenqBQlTkziOIWgPh9uRTfZ7EToZvr6fts2-XUwyMddkagDLK8U_V0JE8pz5QF4kuSdUH0D_nm5YoVA39Iei-FR-6yvQNpiNxqydDxFVcalaxXOYGzv7eBuLJoUPK8UzdooRa5P7p5_wR4Ak_K3tt5_r8xumAKKupT3XcevXLD/w361-h240/Enjuagues_producen_hipertensi%C3%B3n_y_diabetes.png"    alt="Advertencia sobre el uso de enjuagues bucales: posibles riesgos de hipertensión y diabetes"    title="Riesgos de enjuagues bucales para la salud"    width="361"    height="240"    loading="lazy">
Resumen de los efectos sobre la salud general
del uso crónico de enjuagues antisépticos.
En un artículo publicado en el British Dental Journal (2018), se sostiene que la alteración de la microbiota oral influye en la vía salival de nitrato-nitrito-óxido nítrico. Los niveles bajos de óxido nítrico están vinculados a la resistencia a la insulina y pueden tener efectos adversos cardiovasculares, como hipertensión y alteraciones en la función vascular (ver estudio).

De hecho, un estudio publicado a principios de 2017 en el Journal of Periodontal Research concluyó que algunas bacterias orales podrían desempeñar un papel protector contra enfermedades metabólicas como la diabetes y la obesidad (ver estudio). Esta investigación refuerza la idea de que la microbiota oral no solo influye en la salud bucal, sino también en procesos sistémicos.

En otro estudio publicado en 2017 en la revista Nitric Oxide: Biology and Chemistry, se sugirió que el uso de enjuagues bucales podría reducir la producción de óxido nítrico en la cavidad oral hasta en un 90 %, lo que disminuiría su concentración en sangre en aproximadamente un 25 %, provocando alteraciones en la presión arterial sistémica (ver estudio). Este hallazgo pone en evidencia que el uso crónico de antisépticos orales puede tener consecuencias más allá de la boca.

La salud de nuestro cuerpo está íntimamente ligada a la salud bucal, y mantener un equilibrio en la microbiota oral es fundamental para lograrlo. En los próximos años, los probióticos y las técnicas de ingeniería genética podrían convertirse en aliados clave para prevenir y tratar la periodontitis y las caries de manera natural.

Descubre más sobre cómo los probióticos pueden marcar la diferencia en el cuidado periodontal lee nuestro: Los probióticos en el tratamiento periodontal: una alternativa natural